La inteligencia artificial en la ciberseguridad nos aporta nuevas herramientas de protección. Dada la creciente importancia de mantener a salvo redes y datos, la innovación es crucial. Un ataque con éxito puede provocarnos daños considerables que pueden costar caro.
La ciberseguridad es clave en la era digital dada la interconexión existente entre diferentes sistemas. Su papel es crucial a la hora de proteger datos sensibles o que sean valiosos. Por ejemplo, si dirigimos una empresa y sufrimos un ataque, la pérdida de información traerá consecuencias aparatosas. Impedirá que ofrezcamos nuestros servicios con normalidad, lo que reducirá la satisfacción del cliente y nuestra capacidad operativa.
Además, la creciente dependencia de la tecnología hace que sea indispensable mantener una buena seguridad. Al igual que una ataque puede centrarse en robar datos, también es capaz de destruir dispositivos. Basta un sencillo dispositivo USB para inutilizar un terminal que sea crítico para las operaciones de la empresa.
También es posible que se den suplantaciones por parte de criminales. Estos ciberdelincuentes adoptan la identidad de la compañía en los buscadores y las redes sociales para llevar a cabo sus tareas delictivas. El principal problema al que nos vamos a enfrentar es que los clientes caerán en estafas, lo que hará que se sientan engañados. Si no se dan cuenta de que les han tendido una trampa, culparán a la organización por no haber tomado alguna medida.
La IA contribuye a potenciar la ciberseguridad de diferentes maneras. Una de ellas es la detección precisa de amenazas, algo factible gracias al machine learning. Es posible entrenar a la máquina para que cada vez sea mejor en su labor. Con el tiempo, aumentará su eficacia a la hora de prevenir ataques o atajarlos en sus primeros momentos.
Otro aspecto interesante es que varios sistemas de IA pueden trabajar de una forma coordinada. Su función es la de categorizar el ataque atendiendo a su nivel de amenaza. Así, los encargados de la seguridad pueden actuar de manera ordenada y eficaz. En vez de dirigir sus esfuerzos sin sentido, disponen de una ayuda precisa que les ahorra mucho trabajo.
La inteligencia artificial proporciona numerosos beneficios. Es una tecnología que permite ahorrar tiempo y recursos, así como frenar amenazas antes de que sea demasiado tarde. Sin duda, su impacto en los próximos años va a ser muy alto.
La detección de amenazas avanzadas puede resultar difícil debido a su compleja naturaleza. La inteligencia artificial lo consigue hacer porque se mantiene en constante vigilancia y análisis de los comportamientos de un sistema. También está pendiente de lo que hacen los usuarios. Es decir, realiza un trabajo sin fin de monitorización y en busca de patrones sospechosos.
Además, de la monitorización, contribuye a automatizar las tareas de seguridad. Una de ellas es la detección de vulnerabilidad, algo de lo que la IA puede encargarse de manera rutinaria. Otra es la comprobación de los programas y archivos que entran en un sistema para evaluar si son dañinos o no.
Gracias al machine learning, la IA va aprendiendo continuamente de las experiencias por las que atraviesa. Esto implica que encontrará formas óptimas para enfrentarse a las amenazas que encuentre. Al mismo tiempo, será capaz de predecir ataques en función de los patrones que detecte.
Al final, los equipos encargados de la ciberseguridad en las empresas y otros organismos mejoran su eficiencia. Disponen de herramientas sofisticadas realizando todo tipo de tareas de vigilancia e informando. Estas tareas las realizan de forma automatizada, lo que permite que las personas se centren en actividades de mayor valor. Por ejemplo, ante un ataque complejo, los seres humanos podrán centrarse en solucionarlo analizando los datos que procesa una inteligencia artificial.
La inteligencia artificial ofrece numerosas aplicaciones que podemos aprovechar para mejorar nuestra seguridad. Como actúa de manera autónoma y en toda situación, es un aliado indispensable. Gracias a ella, actuamos en el momento adecuado y prevenimos los daños o los minimizamos.
Es una de las aplicaciones esenciales. La máquina se encarga de detectar cualquier acceso indebido o no permitido al sistema. Una vez lo encuentra, analiza su naturaleza, lanza un aviso o plantea unas contramedidas básicas. Así, se cuenta con una defensa preventiva que actuará al instante llegado el momento.
También analiza cualquier acción anómala que detecte. Ya sea un archivo con un funcionamiento inesperado o potencialmente dañino, la IA estudia su naturaleza en detalle. Actuar así es útil para separar los ataques de un falso positivo. Al fin y al cabo, un intercambio de datos sin intención de causar daños podría llegar a interpretarse de manera equivocada.
Las actividades de protección impiden accesos no deseados a los sistemas y aplicaciones que se estén utilizando. Sin importar su naturaleza, se cuenta con una defensa sofisticada que los impide o dificulta. También detecta si un malware está actuando mediante el análisis de archivos.
Por descontado, la IA ofrece una primera respuesta cuando se produce un incidente. Si las medidas de disuasión fallan, tratará de dificultar el avance de la amenaza en función de su naturaleza. En caso de éxito del ataque, está presente a la hora de recuperar la normalidad, algo esencial para las empresas. Esto lo consigue mediante la copia de seguridad de archivos esenciales que carga para volver rápido a la operativa convencional. De esta forma, evitamos perder un tiempo valioso que puede contribuir a frenar una catástrofe.
La inteligencia artificial en la ciberseguridad es una ayuda extra que conviene tener siempre presente. Gracias a ella, blindamos los sistemas y aplicaciones que utilicemos de cualquier amenaza. Y si quieres seguir descubriendo información interesante al respecto, en la Cámara tenemos más contenidos para ti. ¡No dejes de disfrutarlos!
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