La experiencia inmersiva en el mundo del marketing es el último grito para fidelizar clientes. Si una empresa quiere dejar una impronta rotunda entre sus consumidores, sorprenderlos y garantizar que confíen en su imagen, la estrategia pasa por generar experiencias que envuelvan al usuario en un entorno atrapante, gustoso y que le permita disfrutar e interactuar al mismo tiempo que se lleva una impresión favorecedora de la marca.

Ahora al consumidor no le basta con adoptar un rol pasivo, sino que quiere estar en el centro de la experiencia. Se trata de una tendencia en auge al alcance tanto de grandes compañías como de pequeñas y medianas empresas.

Los negocios de los próximos años, por consiguiente, no pasan sólo por implementar experiencias interactivas a través de diversas plataformas multimedia. Muy al contrario, el nuevo desafío exige que esas mismas experiencias sean, de por sí, enriquecedoras para el usuario. Pero, ¿cómo se consigue esto? ¿Cuáles son las herramientas que las empresas tienen a su alcance?

Más allá de ser sólo una moda o la demostración arrogante de hasta qué punto la tecnología habilita a las empresas a llegar lejos con su marketing, las experiencias inmersivas proporcionan una serie de atributos altamente aprovechables. He aquí algunos de los más importantes.

La experiencia inmersiva ayuda a crear un compromiso positivo con la marca. Los clientes pueden conectarse más estrechamente con la firma en lo que respecta al marketing inmersivo, lo que ayuda a aumentar la credibilidad y su valor. Esto es algo que no tiene precio para el marketing empresarial porque cuanto mayor sea el compromiso, mejores serán los resultados.

La era de la personalización marca la actualidad. La preeminencia del selfie como artefacto cultural no es anecdótica, sino que pone de manifiesto la necesidad de los propios consumidores de ser protagonistas de todas las experiencias. Ellos y no otros son el centro del relato. Sin embargo, cada audiencia es diferente y el marketing de los negocios necesita adaptarse en función de su público objetivo.

La tecnología ofrece la posibilidad de lidiar con esa diversidad a gran escala. En ese sentido, la realidad virtual abre la puerta a que las compañías creen contenido personalizado para targets, sacándole el debido rendimiento con las estrategias adecuadas.

Si la Realidad Virtual crea experiencias inmersivas que contribuyen a que los clientes se identifiquen más con la marca, la consecuencia lógica es que, de inmediato, esa marca se hará más reconocible para el cliente. Una marca que sea interactiva y que destaque sobre el resto va a tener siempre más posibilidades de retener al público objetivo, mientras que una empresa cuya imagen pública sea difusa sufrirá más para calar en la audiencia.

¿Qué hacer cuando el producto a vender está supeditado a una estrategia global que requiere de un marketing específico y adaptado a cada país? La primera barrera en estos casos es siempre el idioma.

Hasta ahora, una constante que ha perseguido al mundo de la publicidad como una maldición babélica ha consistido en la creación de campañas cuyos anuncios se distribuyeran por todo el mundo en idiomas locales específicos para cada país, lo que aumenta los costes.

La experiencia inmersiva en 3D se presenta como la solución visual idónea a este respecto. De ahí que podamos concluir que otra de las grandes ventajas de esta tecnología es su rentabilidad: el mundo de las imágenes es trasversal y no requiere de traducción.

La credibilidad de la marca es directamente proporcional a su popularidad, que a su vez está directamente relacionada con su valor. Cuanto más conocida sea una compañía, más confiarán los consumidores en ella y más alto será su valoración en el mercado frente a la competencia.

Una alta consideración de marca por parte del target multiplica el número de negocios potenciales que se pueden extraer de ella y también contribuirá a retener más clientes durante un período de tiempo más largo y rentable.

De este modo, la experiencia de marketing inmersivo aportará a aquellas empresas que apuesten por él una ventaja indudable sobre la competencia.

La oportunidad de resolver problemas sin viajar es otro punto a favor del marketing experiencial. Más allá de cómo puedan sacarle partido las industrias relacionadas con los viajes, se ha de tener en cuenta la necesidad de que los equipos de cualquier empresa se coordinen en un trabajo que requiere del conocimiento concreto de un espacio físico. La construcción, los servicios públicos, los servicios de búsqueda de localizaciones audiovisuales y otros trabajos de esta índole pueden beneficiarse mucho de la VR. Únicamente de ese modo los arquitectos e ingenieros podrán estar en sintonía con un espacio físico y sus limitaciones.

La Realidad Virtual o Virtual Reality (en adelante, VR) permite al cliente tener un contacto presencial con el producto que se vende sin necesidad de tenerlo físicamente. No está con la marca, está dentro de la marca.

De esta manera, el usuario de un visor de VR puede vivir en un spot, sacando el máximo partido a las posibilidades de un universo creado con el fin de potenciar una serie de cualidades atractivas que remitan a la empresa anunciada.

Empresas como Tommy Hilfiger, Lucasfilms, Vice o Adidas han desarrollado contenidos para consumir en VR, desde anuncios hasta pequeños videojuegos. ¿Te imaginas asistir a la presentación de una nueva línea de zapatillas deportivas como si estuvieras en la primera fila del evento, o incluso como si estuvieras caminando con ellas puestas?

En esta misma línea de traspasar los límites espaciales mediante el uso de unas gafas de realidad virtual, Google ha conseguido con Google Cardboard que el cliente pueda interactuar dentro de un recinto específico con un auténtico sentido de fisicidad, llegando a crear la ilusión táctil de estar en contacto con objetos virtuales.

En definitiva, el objetivo primordial del marketing de negocios fundamentado en las experiencias inmersivas pasa por trabajar la relación con el cliente desde la creación de un vínculo profundo con la marca. Sólo de esta forma se logrará poner en manos del usuario un valor añadido diferencial que pueda fidelizarlo al mismo tiempo que se moldea una imagen corporativa moderna, atractiva y sofisticada.