La implantación paulatina del Big Data y el Internet de las Cosas en el entorno laboral moderno está revolucionando el sector empresarial (también en nuestro país). Para tener una idea clara de hasta qué punto afectarán estas transformaciones con el paso de los años, conviene preguntarse sobre la influencia que tendrá el control en tiempo real del trabajo en las fábricas del futuro en lo que se conoce como Industria 4.0.
El concepto de Fábrica del futuro se refiere a una nueva manera de organizar los medios de producción y responde a los efectos que la globalización ha traído sobre nuestro presente económico en forma de cuarta revolución industrial.
La Industria 4.0 pasa así por la digitalización integral de las cadenas de valor mediante la implementación de nuevos métodos de procesamiento de datos, software inteligente y sensores, de forma que desde los proveedores hasta los consumidores puedan controlar en tiempo real todo lo que sucede dentro de la empresa.
Experiencias norteamericanas como la Smart Manufacturing Leadership Coalition (SMLC), instituciones como el gobierno de Angela Merkel (gran preconizador de este concepto) o empresas españolas como la Fábrica de Continental en Rubí, Barcelona, ya están poniendo en práctica las bondades de la inteligencia artificial en la industria, por lo que es una realidad que empieza a tomar forma en el aquí y ahora de la economía de hoy.
Actualmente, la industria se halla en un momento de progreso, determinado por digitalización constante y la gestión, cada vez más diversificada, de la información que procede de todas sus áreas de control.
Por ello hablamos de fábricas gestionadas de forma eficiente y en tiempo real con la ayuda del procesamiento de datos y la inteligencia artificial aplicada a la industria, lo que garantiza una mayor flexibilidad y satisface de manera más completa las demandas de los consumidores, que reclaman una atención cada vez más individualizada.
Tanto es así que la interconectividad en tiempo real entre todas las áreas de gestión de la empresa se ha convertido en un punto fundamental para leer los desafíos que imprime el nuevo mercado.
Hemos dejado atrás conceptos vetustos como el de sociedad de la información para entender que los datos, administrados eficazmente, suponen la herramienta definitiva para implementar plantas de trabajo inteligentes que agilicen y mejoren los procesos de producción.
Esto conlleva un altísimo nivel de automatización y de modernización tecnológica, como es evidente. Para ello se necesita el concurso cada vez más integrado de Internet y los sistemas llamados ciberfísicos, o lo que es lo mismo, aquellas redes virtuales que faciliten el seguimiento de objetos que estén fabricándose en directo.
A la hora de conseguir este fin, las empresas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, deben ir optimizando las plantas hasta convertirlas en lo que se entiende como fábricas inteligentes.
Éstas son las que se distinguen por una intercomunicación constante e inmediata entre las diversas fases que forman parte de un trabajo, desde las cadenas de producción hasta la entrega del producto, pasando por el stock y el empaque. En este sentido, la Inteligencia Artificial será esencial.
El uso de sensores a través de Internet de las Cosas (IoT) ayuda a los dispositivos e instrumentos de la planta a mejorar el escrutinio de lo que está pasando en todo momento, pudiendo así corregir errores y mejorar.
Una fábrica inteligente optimizada mediante Inteligencia Artificial entre otras tecnologías, facilita que las operaciones se ejecuten con la menor cantidad posible de intervención manual y la mayor fiabilidad.
Los flujos de trabajo automatizados, la sincronización de activos, el seguimiento y la programación de todos los procesos, el consumo de energía optimizado —y, por lo tanto, ahorrativo—, pueden incrementar el rendimiento, el tiempo de actividad y la calidad del resultado final, así como reducir los costes.
Gracias a estos avances, los empleados y los sistemas de control podrán anticipar y actuar antes de que surjan problemas o defectos, en lugar de simplemente reaccionar ante ellos después de que ocurran. Esta característica puede abarcar la identificación de anomalías, averías, reabastecimiento de inventario, identificación y resolución predictiva de problemas de calidad, monitorización de problemas de seguridad y, cómo no, mantenimiento.
La capacidad de la fábrica inteligente se apoya en la inteligencia artificial para predecir resultados futuros basados en datos históricos y en tiempo real puede reducir el tiempo que conlleve realizar una acción, al mismo tiempo que mejora su rendimiento.
Dentro de la fábrica inteligente de la Industria 4.0 se podrán asignar procesos como el “gemelo digital”, concepto acuñado por la NASA que ofrece la posibilidad de digitalizar una operación y avanzar más allá de la automatización y la integración en capacidades predictivas.
Asimismo, de acuerdo con este tipo de fabricación, los datos capturados serán más transparentes. Las visualizaciones de datos en tiempo real puede transformar la información obtenida de los procesos y los productos que se hallan todavía en estado de producción, haciéndola útil y procesable, ya sea para humanos o para la toma de decisiones de los robots.
Una red transparente aporta una mayor visibilidad en todas las instalaciones y asegura que la empresa pueda tomar decisiones más precisas. ¿Por qué? Porque proporciona instrumentos como alertas y notificaciones en tiempo real, además del ya referido sistema de monitorización.
Las empresas también tendrán mucha más libertad para decidir qué tareas automatizar con robots y cuáles realizar manualmente. Los sistemas de seguridad avanzados posibilitan a los robots el ocupar nuevos puestos junto a sus colegas de carne y hueso. Si los sensores indican el riesgo de una colisión con un operador, el robot ralentizará automáticamente o variará su código para evitarlo.
Esta tecnología permite el uso de robots para tareas individuales en líneas de ensamblaje que, de otro modo, serían manuales. La capacidad de hacer que los robots cooperen con las personas y se reasignen tareas entre ellos también ayuda a la productividad, ya que permite a las empresas equilibrar las líneas de producción a medida que la demanda fluctúa.
Los autómatas que pueden operar de forma segura cerca de personas también allanarán el camino para aplicaciones que se alejan del entorno estrictamente controlado de la fábrica. En vista de esto, los minoristas de Internet y las empresas de logística ya están adoptando formas de automatización robótica en sus almacenes.
En resumen, podemos concluir que el sintagma “fábrica del futuro” hace alusión al nuevo tiempo de manera sólo nominativa, ya que la realidad indica que forma parte del presente más de lo que parece. Las posibilidades que pone, así, en manos de los emprendedores, son infinitas, y como se ha visto no implica la desaparición de la mano de obra tradicional, sino que la supervisa, completa y mejora.
Fuentes:
Economia3 – La fábrica del futuro demanda flexibilidad, automatización y control de procesos
Deloitte – The smart factory Responsive, adaptive, connected manufacturing
El Economista – Así será la fábrica del futuro: las nuevas herramientas permitirán un control en tiempo real
El País – Las fábricas del futuro ya están en España
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