En una sociedad tan diversa como la actual, la educación social juega un papel primordial para la integración de todos los miembros, independientemente de su procedencia, grupo social o credo. Se trata de una disciplina pedagógica que, en última instancia, persigue el bienestar de todos.
Para alcanzar sus fines, ya imaginaréis la importancia que adquieren las competencias digitales, sobre todo cuando se trabaja con los jóvenes. Por esta razón, investigadores de la UOC llevaron a cabo un estudio para valorar el grado de formación en tecnologías de estos profesionales. Os mostramos sus resultados.
En 2021, unos investigadores de la UOC hicieron una encuesta a 145 educadores sociales colegiados sobre sus competencias digitales. A través de ella, buscaban alcanzar tres grandes objetivos:
Se partía de la base de que el uso de internet podía estimular la participación política de los jóvenes. En consecuencia, era esencial incorporar las tecnologías digitales al trabajo socioeducativo en estas franjas de edad. Por este motivo, lo principal era estudiar el grado de digitalización que tenían estos profesionales. Al respecto, seguro que os será de utilidad esta guía sobre métricas en redes sociales en 2024, que podéis descargaros gratuitamente de nuestra web.
Lo primero que observaréis al realizar cualquier estudio dentro del ámbito social es que hay una fuerte segregación por sexos. Así, dos tercios de los encuestados eran mujeres. Aunque la brecha digital con respecto a los hombres es, prácticamente, inexistente en las educadoras sociales jóvenes, no ocurre lo mismo según avanzamos en la franja de edad. Eso sí, todos han pasado por la universidad. Sin embargo, es crucial que tengáis en cuenta que la carrera específica de Educación Social tuvo su primera promoción en 1996. Eso quiere decir que también hay educadores habilitados procedentes de otros estudios universitarios.
Dicho esto, analizamos los resultados del estudio por bloques.
Como os hemos indicado, 7 de cada 10 de los profesionales que participaron en la investigación eran mujeres. Además, más de la mitad pertenecían a las franjas de edad comprendidas entre los 31 y 50 años.
Si bien es cierto que no todas las comunidades autónomas estaban representadas en la muestra, tampoco se observó ninguna diferencia por distribución geográfica.
Respecto a la titulación, poco más del 70 % tenía la diplomatura o el grado en Educación Social y poco más del 20 % restante tenía otra titulación.
En cuanto a la experiencia profesional, la mitad disponía de más de 15 años de ejercicio. Por otro lado, era una mitad aproximada la que se dedicaba a los jóvenes, mientras que la otra lo hacía en otras franjas de edad.
En este bloque, se profundizó sobre el grado de formación que tenían los encuestados en lo referente a las tecnologías digitales. Así, poco más de la mitad afirmó contar con esos conocimientos, pero la mayoría los adquirió de manera autodidacta o a través de amigos y familiares. No obstante, había una motivación moderada para formarse más al respecto y utilizarlos en sus ámbitos profesionales.
Para evaluar esas competencias propiamente dichas, se clasificaron en tres grupos:
Los datos obtenidos mostraron la necesidad de reafirmar, por un lado, la formación continua y, por otro, la elaboración de una propuesta formativa en tecnologías digitales. Existe una buena predisposición por parte de estos profesionales para recibirla e incorporarla a la práctica laboral diaria. Si sois uno de ellos, este informe sobre impacto de la transformación digital os resultará revelador.
En cuanto a sus competencias, consideran que las técnicas básicas las dominan e, incluso, podrían enseñar a otros a adquirirlas. No obstante, para las competencias técnicas complejas, opinan que requerirían formarse un poco más en ellas. Prácticamente, lo mismo podemos decir en lo referente a competencias informacionales. Al precisar capacidades intelectuales, cognitivas y sociales más complejas, subrayan la necesidad de una alfabetización digital más profunda. Igual ocurre con las competencias críticas.
Por consiguiente, el estudio revela la necesidad de abordar un programa de digitalización en este colectivo profesional que le proporcione autonomía. No es de recibo que la adaptación digital que deben experimentar, sobre todo al trabajar con jóvenes, recaiga exclusivamente en ellos y en su capacidad autodidacta.
Así pues, ningún colectivo escapa a la digitalización en nuestra sociedad. Este estudio llevado a cabo sobre profesionales de la Educación Social lo evidencia. De hecho, muestra, en primera instancia, que, para hablar en el mismo lenguaje que los jóvenes, las competencias digitales son imprescindibles si queremos llegar a ellos. Por otra parte, y con una visión más futurista, ellos serán los adultos del mañana y, posiblemente, lo que no se dé en un entorno digital, no existirá para ellos. De este modo, solo hay un camino: la adaptación. Si deseáis más información sobre estos temas, coordinad vuestra agenda con los eventos de la nuestra.
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