Hasta la fecha no se ha establecido una definición oficial de qué es la hiperconexión digital, pero se trata de una realidad latente que afecta a un número cada vez mayor de personas, sobre todo entre la población joven. Pero, ¿cuándo el hecho de estar conectados permanentemente se convierte en un problema? Los expertos son muy claros al respecto: cuando no se puede desconectar. Se calcula que las personas que sufren hiperconexión digital trabajan de media 240 horas más al año.

Este fenómeno trae consigo una serie de riesgos laborales que tanto empleados como empresas deben conocer. Sin lugar a dudas, las TIC han proporcionado numerosos beneficios al mundo laboral: reducción de costes operativos, aumento de la productividad, mejora de la flexibilidad… Sin embargo, en muchos casos el coste ha sido demasiado elevado.

La falta de contacto y el aislamiento social es uno de los principales riesgos que advierten los expertos. Dificulta en gran medida la comunicación en las empresas, así como la conciliación de la vida laboral y familiar. A esto hay que sumar que el exceso de información, proveniente de múltiples fuentes digitales, afecta a la capacidad de atención y concentración.

El uso intensivo de las TIC guarda una estrecha relación con la falta de habilidades en la autogestión del estrés y el tiempo. Esto, junto con el incremento del control de rendimiento de los empleados por parte de las compañías, puede conducir a una hiperconectividad que prolonga la jornada laboral más allá de los límites establecidos.

Cuando los empleados están constantemente expuestos a niveles de información elevados, se pueden generar consecuencias funcionales a largo plazo. Como resulta lógico, las relaciones sociales también se ven afectadas por la hiperconexión digital.

Si bien es cierto que Internet, y más concretamente las redes sociales, pueden ayudar a la comunicación con amigos, familiares y compañeros de trabajo, también tienen su parte negativa, como la creación de vínculos líquidos. Reciben este nombre porque son vínculos superficiales, que crean una sensación de malestar y vacío.

Este fenómeno surgido en la era digital también tiene un gran impacto en la autoestima, sobre todo entre los más jóvenes. Por este motivo, las organizaciones deben realizar un esfuerzo para tratar de minimizar los efectos negativos de las nuevas tecnologías en su plantilla.

Una de las principales claves para que la desconexión digital de los trabajadores sea efectiva es limitar el acceso a las herramientas del trabajo en remoto. Acciones tan simples como desactivar las notificaciones relacionadas con el trabajo fuera del horario laboral o configurar la respuesta automática del correo electrónico durante el periodo vacacional pueden resultar de gran ayuda.

Las organizaciones actuales deben incluir la conciliación y el bienestar personal como parte de la cultura personal. Hay beneficios como el cheque guardería o restaurante que los empleados valoran muy positivamente porque les permiten disfrutar de tiempo de calidad y cuidar de su familia.

Es fundamental que las empresas sean capaces de transmitir a sus empleados la importancia de optimizar el tiempo. Para ello, pueden poner en marcha diferentes mecanismos, como promover el uso de los canales de comunicación preferentes o proponer recursos para establecer prioridades.

Las compañías también deben promover hábitos saludables, como hacer un buen uso de los dispositivos y tomar las pausas necesarias para la desconexión digital. Tienen que impulsar la motivación de los trabajadores, de tal manera que busquen el tiempo necesario para desarrollar sus rutinas y pasar tiempo con sus seres queridos.

Todas las empresas, independientemente de su sector de actividad y tamaño, deben elaborar y poner en práctica un protocolo de desconexión digital en base a la Ley Orgánica de Protección de Datos. El artículo 88 (Derecho a la desconexión digital en el ámbito laboral) establece lo siguiente: “Los trabajadores y los empleados públicos tendrán derecho a la desconexión digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de su intimidad personal y familiar”.

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