La hostelería ha sido uno de los sectores más castigados por la pandemia y las restricciones. Sin embargo, pese a los cierres y las malas noticias, muchos locales han encontrado en la crisis una oportunidad para reinventarse.
La demanda de take away y de pedidos a domicilio se ha disparado y se han configurado muchas plataformas locales de reparto para dar servicio a todas esos restaurantes y bares de proximidad. Hoy hablamos del coste que tiene esta alternativa con la que se puede incrementar cartera de clientes utilizando la digitalización como punto de partida.
Es por ello que la pregunta que buscamos resolver hoy no es baladí:
¿Cuánto tiene que vender un local de hostelería para tener su propio repartidor a domicilio?
Pero la respuesta tampoco es simple.
Se muestran como variables que influyen en el éxito:
Aunque son muchos los factores que influyen en el coste que tiene un servicio de reparto a domicilio, vamos a intentar arrojar un poco de luz planteando algunos de los ejemplos que podrían darse con diferentes resultados de explotación:
CON PLATAFORMA
Se calcula que los costes de cada pedido destinados a cubrir gastos del servicio a domicilio son un 30%. Por tanto, el coste de la plataforma con un repartidor de la misma estaría entorno a los 1200€.
SIN PLATAFORMA
Contratar a un repartidor con 1200€ podría ser viable solamente si los pedidos se concentran en una hora determinada del día, ya que para un contrato a jornada completa, sumando cotizaciones, se estaría incurriendo en pérdidas a nivel de los propios ingresos. Además, habría que tener en cuenta que toda la labor de promoción online no se estaría produciendo, al no aparecer en los listados que la mayoría de la gente conoce.
En el ejemplo anterior, claramente contratar a una plataforma es la única alternativa viable, ya que en dicho cálculo no se está partiendo de beneficios, sino de ingresos brutos. Por tanto, si se decidiese hacer una contratación de repartidor, estaría entrando en números rojos a nivel de ingresos. Al hacer el cálculo de beneficios, estos números empeorarían.
Solamente en los casos en los que los restaurantes o locales tienen una entrada importante de ingresos -y los mismos dejan un beneficio en el que la cuenta salga-, la opción de contratar a un repartidor propio compensa.
De hecho, el otro gran problema es que si bien el coste de este tipo de plataformas es alto, en el mismo se incluye formar parte de un escaparate que de otra manera supondría una inversión extra, ya que habría que crear campañas de marketing y promoción para la captación de clientes.
En el ejemplo previo, para simplificar, se han tenido en cuenta únicamente los ingresos. Sin embargo, el dato relevante son los beneficios que se obtienen de esa actividad o nuevo modelo de negocio:
La dificultad está en calcular el coste del transporte, ya que generalmente los mismos son fijos, pero la cantidad de pedidos y el beneficio que deja cada cual son variables. En ese sentido, las plataformas ofrecen hacerse cargo por un porcentaje, lo que lo convierte en una propuesta mucho más atractiva para el comercio, que no tiene que invertir en medios, ni en campañas de promoción.
Pero, si los ingresos son altos, el coste de optar por las plataformas será superior al de contar con personal propio. Por tanto, una buena vía alternativa es: acogerse a esas plataformas inicialmente, y según cómo evolucione ese segmento, plantearse en un período de tiempo la posibilidad de ofrecerlo in-house.
Además, dependiendo de la ubicación del negocio, se puede considerar aparecer en las que ya comienzan a ser un clásico: Uber Eats, Glovo, JustEats,… y en aquellas plataformas locales que más allá de ofrecer un servicio similar, pueden ayudar a comunicar una responsabilidad social corporativa de apuesta por la comunidad. Sin embargo, no todas las ciudades cuentan con este tipo de opciones a nivel local.
Muchos negocios han utilizado todas sus reservas de capital, e incluso patrimonio personal de los propios administradores para hacer frente a la situación actual de cierres, falta de clientes, restricciones y gastos. Por esa razón, para algunos de ellos es imposible afrontar un nuevo segmento que aunque le pueda ofrecer ingresos en el medio plazo, ahora supone una inversión relevante con sus riesgos asociados.
En esos casos, el take away se plantea como la opción alternativa. El coste del transporte deja de existir, puesto que es el cliente el que acude al establecimiento a buscar el pedido. Sin embargo, entre la comodidad de recibirlo en su casa y tener que ir hasta el negocio, el cliente va a preferir lo primero. Por ello hay que incentivarle…
…para que se decida por el take away.
Si bien el crecimiento de la demanda del reparto a domicilio y del take away ha sido notable, la situación actual de la hostelería, y la inversión que supone lanzarse en un nuevo segmento no permite a todos los gestores aventurarse en esta alternativa al completo.
Además, no son pocos los que han generado pérdidas relevantes por un mal cálculo, llevados sobre todo por la presión que actualmente existe en la que se lanza a la opinión pública la idea de que esto son todo beneficios y que el hostelero debe reinventarse.
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